miércoles, 30 de diciembre de 2015

2016, un año apasionante



Mi deseo para vosotrxs: que el 2016 entre pletórico de pasión y ésta os empuje día a día. Pasión por quien está a vuestro lado, por los libros, por vuestra mascota, por vuestra afición secreta, por vuestro trabajo, por viajar, por charlar, por entregaros.
Que la tibieza sea desterrada de vuestras vidas.

Tengo la fortuna de que esta noche, en el Beso de Luna, me acompañen tres mujeres que nada saben de tibieza y mucho de pasión.
—Hola, Victoria ¿Cuál es tu pasión?
—¡Uf! Si te dijera una sola sería una respuesta muy limitada —me cuenta, fijando en mí sus inteligentes ojos pardos.
—Pues alárgate. No es tiempo de límites.
—Siento pasión por ella —dice entrelazando sus dedos con los de Daniela, la mujer que se sienta a su izquierda. Ésta la contempla resplandeciente y con cierto rubor en las mejillas—. Me apasiona su trabajo, su valentía, su fuerza vital —continúa, señalando en esta ocasión a Gerda Taro, la mujer que se halla al otro lado—. Siento pasión por mi hija, por mi madre, por la fotografía…Podría estar toda la noche enumerando las cosas que me apasionan.
—Si supieras cómo te entiendo…
—Lo sé —replica con una sonrisa cómplice.
—¿Y cual es la tuya? —pregunto a Daniela.
Antes de contestar me observa unos segundos con unos ojos oscuros, profundos, carentes de superficialidad. La superficialidad no cabe en su vida. Le cuesta responder, nunca ha sido de revelar públicamente sus afectos. Sin embargo, Daniela es una persona que sorprende, que siempre supera nuestras expectativas.
—Como Victoria ha dicho, es muy difícil elegir. Me apasionan muchas cosas. Por supuesto, me apasiona ella —señala, dirigiendo a Victoria una mirada que derretiría a las piedras—. Me apasiona mi hijo, me apasiona leer, cocinar, aprender, conocer cosas nuevas. Me apasiona la amistad —dice mirando esta vez a Gerda.
Es difícil acostumbrarse a una voz tan sensual y levemente ronca como la que tiene Daniela. Y además es una mujer reservada que oculta grandes cosas. Una combinación explosiva.
—¿Gerda?
Antes de que ella pueda responder, Victoria interviene.
—¡Gerda es todo pasión! —señala riendo.
—¡Es cierto! —afirma ella.
La sonrisa de Gerda congela el tiempo. Es imposible apartar los ojos de su boca. Gerda desprende un encanto natural irresistible; encanto que se ve acrecentado por los matices de una voz que nace envuelta en un sutil acento alemán.
—Me apasiona todo —continúa Gerda—. Siento pasión por los ideales que defiendo, por mis amigxs, por la fotografía, por la verdad, por la vida que corre a mi alrededor y que intento sujetar dentro de mi cámara. Me apasiona vivir.

Aunque ella no lo sepa, Gerda y su trabajo siguen viviendo y lo harán para siempre en nuestros corazones y en la Historia.
Solo espero que las tres mujeres que me acompañan esta noche vivan mucho tiempo dentro de vuestro recuerdo.
2016 va a ser un buen año.
Sed felices.
Mis noches en el Ideal Room se acerca.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Nadie duerme

Nadie duerme. Eso me cuenta Victoria. 
En mayo de 1937 Valencia es una ciudad insomne. La vida impera por encima del sonido de las alarmas, del ronroneo de los pipistrelli, la aviación italiana, de los estruendos casi diarios que se empeñan en romper la noche y las esperanzas. Los aparatos de radio vomitan noticias sin cesar, pero la gente traduce la guerra a su antojo, celebra antes de tiempo una victoria imposible.
Nada importa que las calles se siembren de uniformes caqui, los hospitales de heridos, la morgue de fantasmas; que los edificios se preñen de refugios, que los muros se vistan con llamadas recordando la proximidad de la contienda; a nadie extraña que el viento trasporte acentos distintos, lenguas inconexas. Las mentes huyen fácil de una realidad incómoda para volcarse en el placer inmediato.
 Un respiro, necesitan un respiro. Y Valencia se lo otorga, se lo entrega en forma de cines rebosados, de vodeviles nocturnos, de cafés clandestinos que cobran vida al alba.
Victoria me cuenta que la pasión atraviesa la casa de puntillas con kilos de contención y toneladas de audacia; una pasión que tiene miedo a permanecer, pero terror a esfumarse.
Y ella se rinde.
Es imposible luchar contra unos labios que tiemblan al no querer contar su historia, unas pupilas que muerden lo que la boca no puede, unos dedos que te queman sin siquiera tocarte.
Es imposible negarse a un corazón que arde.
Victoria lo sabe.

Mis noches en el Ideal Room lo encierra todo

viernes, 6 de noviembre de 2015

La clave de Mis noches en el Ideal Room



Las últimas lluvias han intensificado el olor a mar que se respira en el Beso de Luna. Hay que agradecer al fuerte viento de días atrás el cielo embrujado que ahora mismo contemplamos Victoria y yo. El temporal se ha encargado de barrer todo asomo de nubes y dejar al descubierto un firmamento que tira de nosotras como un hechizo.
Victoria paladea un pequeño sorbo del vaso de vodka que se ha llevado a los labios y siento de repente que se aleja varios lustros de mí, del Beso de Luna e incluso de sí misma. Al cabo de un minuto, no sin esfuerzo, baja la mirada para encontrarse con mi sonrisa inquisitiva.

—Lo sé, me he perdido unos segundos.
—No puedo reprochártelo.
—Tú nunca podrías —me suelta en un tono divertido.
—¿Sabes por qué estás aquí esta noche?
—Sí, mucha gente te está preguntando de qué va Mis noches en el Ideal Room.
—Exacto. Y creo que no existe nadie mejor que tú para contestar a esa pregunta.
—Bueno, al fin y al cabo me convertiste en narradora de la historia.
—Entonces, ¿te atreves a contar… sin contar?
—Puedo intentarlo. Si me preguntas por la clave de la novela, te diría que, ante todo, habla de sentimientos y de ideales. Y de la capacidad del ser humano para adaptarse a unas circunstancias que no se espera y que le superan. Y de elecciones de vida. Y de lo que se puede y no se puede cambiar.
—Eso son muchas cosas…
—Es lo que hay.
—¿Concretamos algo más?
—De acuerdo. Podría decir que la historia se desarrolla en un ámbito espacio-temporal muy concreto: diecisiete días de mayo de 1937 en Valencia, en plena retaguardia de la guerra civil española.
—¿Entonces habla de la guerra?
—No. Habla de lo que viven y sienten los personajes dentro de un marco muy difícil de soslayar. Hay entrega, camaradería, inmediatez, miedo y…pasión.
—¿Y habrá sorpresas?
—Habrá. Y sé que más de una persona verá Valencia con otros ojos y descubrirá cosas que nadie le había contado.
—Y además está el Ideal Room…
—El café donde se reúnen intelectuales, artistas, reporteros, políticos, idealistas… Por cierto, ha vuelto a abrir en el mismo sitio después de casi ochenta años.
—Lo sé. El destino tiene esas cosas. Yo ya lo he visitado.
—Y yo. Muchas veces. Entonces y ahora. Y en mis sueños.
—Tus sueños, que serán en breve los nuestros.

Mis noches en el Ideal Room se publicará en 2016. Cada vez más cerca.

domingo, 18 de octubre de 2015

Háblame de Victoria

Traer a Daniela al Beso de Luna no ha sido fácil, pero ha valido la pena. Si estuviese en mi mano la invitaría a quedarse aquí, acunada por el rumor de las olas, protegida por las palmeras y los jazmines, arropada por el fuego de los velones. Contempla el Beso de Luna con embeleso. Sé por el brillo de su mirada que este lugar la abraza, estimula sus sentidos, la obliga a soñar.
He elegido para las dos un vino tinto con cuerpo y alma. Un caldo que seduce al paladar, relaja la mente y suelta la palabra.
—Está muy bueno —dice en voz baja, relamiéndose con timidez el labio superior.
La observo esperando que se atreva a levantar el rostro y clavarme ese par de flechas que son sus ojos color avellana. Al fin lo hace y un amago de sonrisa se asoma. Se le ve serena.
—Háblame de Victoria.
La simple mención de ese nombre pinta un ligero matiz rojizo en sus mejillas. Vuelve a tomar su copa y da un pequeño sorbo, como para coger fuerzas.
—¿Qué quieres que te cuente?
—Qué te llamó la atención la primera vez que la viste.
—Su mirada —contesta sin dudar.
Aguardo unos segundos. Sé que va a continuar, ya no puede permitirse no hacerlo.
—Tenía una mezcla de asombro y cachorro perdido. Al principio no pude entender la causa. Luego…
—Te lo contó.
—Sí.
Volvió a encerrarse en sí misma un instante, pero yo había abierto el cofre de los recuerdos y éstos sobrevolaban nuestras cabezas con ánimo de cobrar vida.
—Esos preciosos ojos pardos se asombraban de todo, lo amaban todo y mostraban una determinación irresistible.
—Imagino que tú habrás conocido muchos más matices en ellos…
Daniela agarró su copa con fuerza y esta vez dio un buen trago.
—Todos. Los he visto todos: el miedo, el dolor, el deseo, la pasión, el amor, la rabia, la impotencia…y ante todo, la verdad. Victoria me entregó su verdad para que yo hiciera con ella lo que quisiera.
—Y lo hiciste.
—Lo hice.
—Fuiste muy valiente.
—No había tiempo para pensar demasiado.
—¿Te arrepientes?
Su expresión es tan brillante, tan intensa, que paraliza el habla.

Mis noches en el Ideal Room guarda celosamente su respuesta.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Háblame de Daniela

En cuanto le propongo que me hable de ella, Victoria baja los ojos y abraza con la mano el reloj que lleva en la muñeca izquierda. De pronto parece recordar algo, lo suelta y se dirige a su vaso. Ha pedido vodka, a palo seco, sin hielo. La observo mientras pega un trago sin pestañear. Entonces sí, entonces me contempla con la mirada brillante.
—¿Cuánto tiempo tienes?
Sonrío ante la pregunta.
—Todo el que necesites.
Victoria da otro pequeño trago y comienza a hablar.
—Daniela es una mujer de su época, pero también un raro espécimen intemporal. Es reservada, a veces hosca, aunque esa muralla no llega a ocultar la pasión, la fuerza, la entrega que promete.
Mi interlocutora ya no me mira, dirige la vista hacia el infinito mientras dibuja a Daniela con pinceladas precisas, acariciando el lienzo de la memoria con cada palabra que sale de su boca.
—Es inteligente, decidida. Tiene la valentía que muchos envidiamos; ese impulso que te lanza a dejarlo todo en pos de algo en lo que crees, o de alguien a quien amas. Y no mira atrás.
Yo bebo lentamente de mi copa, sin apenas moverme, por miedo a hacer cualquier gesto que pueda interrumpirla.
—Cuando calla, sus ojos abrasan y sé que lo escucha todo, que lo entiende todo. Pero cuando habla…
Victoria regresa a su bebida como si necesitara fuerzas para continuar.
—¿Sabes? Tiene esa clase de voz ronca y al mismo tiempo aterciopelada que consigue que se te erice el bello y pierdas el sentido común. Esa clase de voz que te tienta a hacer cosas sin que intervenga la razón.
—Peligroso…
—Para mí, absolutamente.
Victoria se ilumina con una sonrisa evocadora, se toma unos segundos y continúa hablando.
—Cuando cocina, con cuatro cosas hace unos guisos que te hacen cerrar los ojos, gemir y desear lo imposible.
—Es alquimista —sugiero.
—Es la alquimista de mi vida.
Victoria me contó estas cosas anoche. Pero hay mucho más.

Mis noches en el Ideal Room lo guarda todo en su interior.

viernes, 14 de agosto de 2015

Viaje a Eterna



Estoy tendida, apoyada sobre los codos en la orilla de un lago artificial de aguas sorprendentemente cálidas, mientras observo con fascinación el oleaje que me acaricia. Cincuenta metros más allá se vierte una cascada desde lo alto del muro. El torrente, al estrellarse contra la superficie cristalina, hace surgir una estela de ondulaciones que alcanzan la orilla opuesta. Me maravilla la pared de la cual mana el agua; tiene tal apariencia  natural que nace en racimos la vegetación entre sus resquicios.

—¿Te gusta?—me pregunta Iduna siguiendo el curso de mi mirada.

—Es increíble.

Al girar la cara mis ojos resbalan sobre la piel húmeda de su abdomen; piel tersa, bronceada, adherida a una potente musculatura. Después alzo la vista para toparme con dos iris grises que esconden una pregunta obvia. Ella aguarda noticias de Patricia. Lo sé. Por eso soy su invitada de honor en esta ciudad en la que todas me miran, convertida en elemento discordante dentro de un mundo donde nadie parece tener más de veinte años. Pero la mujer pelirroja es consciente de que voy a hacerle esperar, de que nada es fácil si hablamos de amor, de confianza, de vida y de muerte. De libertad.

A una señal suya se aproxima una camarera de rasgos felinos portando un cóctel impactante, carmesí.

—Pruébalo —me sugiere con esa ronquera suya que paraliza el pulso.

—¿Me puedo fiar?

—¿Y tú lo preguntas?

Decido beber. La vida está hecha de decisiones de las que no podemos escapar. En el mismo instante en que el sabor metálico inunda mi boca me pregunto si hoy la luna estará plena. Sé de repente que mis latidos se van a disparar, que una fuerza irresistible va a apoderarse de mi voluntad, que mi percepción se tornará borrosa y acabaré perdiendo la presencia.

Tan solo espero tener conciencia de mí misma a la vuelta.

Tan solo espero no hallar el tatuaje de La dagafenicia en algún punto de mi cuerpo.

Tan solo espero que ella me deje marchar.