domingo, 6 de abril de 2014

De nuevo, primavera

Dos pares de ojos confluyen en el horizonte, absortos en la línea imaginaria donde intiman de forma tan escandalosa el mar y el cielo que es imposible distinguir los límites que los definen. Carla se apoya en la balaustrada del Beso de Luna con abandono, sabiéndose presa de Mel, que la enlaza con sus brazos desde atrás. Contemplan la superficie lisa y cristalina, apenas quebrada por un rizo espumoso que surge al besar la arena. Sé que del pelo de Carla emana el afrodisíaco aroma del azahar porque veo cómo Mel hunde su rostro en la melena oscura y aspira hondo, embriagándose de deseo. Pero no es solo Carla. El olor está por todas partes, sofocante, saturando los instintos hasta obligarnos a coger aire y relajar las pulsaciones. Hay algo incontenible que induce a la mujer morena a darse la vuelta para enfrentar la mirada dorada que le roba la cordura. La escena quema y, mientras me aproximo, alargo el momento de encontrarme con ellas, cautiva del pecado de quien mira a través del ojo de una cerradura lo que no está permitido. Mel la ciñe de cerca y los labios, hinchados por la promesa, se entreabren.
Espero.
Solo cuando las manos avanzan, ajenas al lugar inoportuno, me decido a intervenir.
Buenas noches, chicas.
Un sobresalto. No obstante, la risa relaja las pretensiones y oculta el pudor que ha hecho surgir mi indiscreción.
—No te esperábamos tan pronto… —dice Mel a modo de disculpa, aunque en las pequeñas arrugas al borde de sus ojos puedo leer que la situación le divierte.
Carla tiene las pupilas dilatadas y cierto matiz de color en las mejillas. Se separa lo justo de su amante para recomponerse la blusa.
—Creo que tenemos que agradecerte que hayas llegado antes —afirma con media sonrisa.
—No sé lo que pasa esta noche, pero hay algo en el aire…—añade Mel.
—La primavera se nos ha metido bajo la piel ¿Reconoces la esencia? —le pregunto.
—Cómo olvidarla…—susurra, volviendo a centrar su mirada en los ojos profundos donde decidió quedarse a vivir para siempre.
Un reflejo de luna saca destellos de sus mechones pajizos y no puedo dejar de acordarme del instante en que todo saltó por los aires en ese mismo escenario.

Feliz primavera.