miércoles, 26 de diciembre de 2012

Brindis por un futuro nuevo


Hoy el Beso de Luna nos abre sus puertas de una manera voluptuosa, como una mujer henchida de secretos que ansía ser desvelada, capa a capa. Cada uno de sus rincones huele a azahar, a salitre, a cera perfumada…y a nuevos y exóticos aromas que no habéis disfrutado…todavía. Los personajes de mis novelas —algunos se han excusado, pues no han podido venir— se han vestido de gala para desearnos lo mejor en este año que está sin estrenar. Trescientos sesenta y cinco días que se despliegan ante nosotrxs con el ansia de ser vividos, disfrutados, saboreados minuto a minuto.
Les he pedido que extraigan la esencia de su paso por La daga fenicia y lo conviertan en un deseo personal para vosotrxs, en un brindis íntimo para el año que comienza.
Mel me mira con sus ojos ámbar acusadores y sonríe.
—Querrás que comience yo…
—Es el derecho que te otorga el ser el primer personaje que inaugura la serie.
—Visto así…—se ríe—. Ahí va mi brindis: por un dos mil trece lleno de tentaciones. Las tentaciones dan sabor a la vida. Algunas nacen para hacernos caer de pleno en sus garras. Otras pueden enseñarnos cosas sobre nosotros mismos que ni siquiera sabíamos… Pero todas nos hacen avanzar de alguna forma.
—Carla…
Ella echa su larga melena hacia atrás y levanta la copa de cava con elegancia. Su rostro se cubre con un atractivo gesto de concentración.
—Yo deseo que este año nos traiga confianza. Es el motor para alcanzar nuestras metas y sortear los obstáculos. Confianza en nosotros mismos y en las personas que nos acompañan en el camino.
—Eva, tu turno.
Con un gesto muy suyo, se aparta el flequillo con los dedos antes de hablar.
—Brindo para que este año próximo nos haga disfrutar de la verdadera amistad. Esa que nos lanza a hacer locuras sin dudar lo más mínimo.
—Alejandra se ha quedado con la canguro —interviene María adelantándose a mi requerimiento—, pero sé que ella os desearía lo mismo que yo: un año lleno de magia. La magia está por todas partes. Atended a las señales y seguid vuestro corazón.
—Pues yo he de brindar para que el dos mil trece nos enfoque siempre hacia la decisión correcta —señala Patricia con un destello sabio en su mirada verde inigualable—. Y si nos equivocamos, que sepamos solucionarlo con valentía. De una decisión errada pueden nacer enseñanzas impagables.
—Sara…
Sus grandes ojos oscuros me observan con serenidad.
—Yo diría que es importante reconocer lo que da sentido a nuestras vidas. Espero que este año nuevo posibilite ese descubrimiento.
—Yo deseo que en este dos mil trece conozcamos facetas nuevas que ignoramos. Que tengamos la oportunidad de sorprendernos a nosotros mismos —añade Fran, en respuesta a mi guiño.
Iván no se lo piensa mucho.
—Y a mí me gustaría poder vivir cientos de cosas diferentes, conocer gente interesante, visitar otros lugares. Deseo que este año próximo todo eso sea posible.
Mi atención se centra en cierta melena rojiza y un par de ojos grises que me atraviesan. Todavía desconocéis su nombre. Mi sonrisa es una invitación.
—El trece es el número de la evolución, de la superación de un ciclo, con lo que presupongo que este año va a ir marcado por un cambio necesario. La metamorfosis es un paso imprescindible para avanzar. Ya sabes mi opinión al respecto —me dice con un brillo malicioso en la mirada—. Así que yo os invito a que disfrutéis de esa transformación…

Ahí tenéis sus deseos, que son los míos para todxs vosotrxs. En el dos mil trece verá la luz La daga fenicia. Viene a quedarse para siempre.