viernes, 25 de junio de 2010

Mel tras la pared

Es un viernes de finales de junio, lo que otorga al Beso de Luna un aroma especial. Huele a mar, a crema hidratante para después del sol, a cuerpos bronceados, a relax… La sensualidad se corta en el ambiente. Mel aparece por el camino irradiando luz propia. Vestida toda de blanco, color que le encanta como ya sabemos, se aproxima exhibiendo un bronceado envidiable. Está guapísima. La miel de sus ojos se derrama por el local al extender su mirada pensativa mientras se acerca a la mesa. —Hola. ¡Cuánta gente hoy! Se acerca y me da dos besos. Se nota el hambre de verano —contesto sonriendo. Esta noche he abandonado el vino y me he lanzado a saborear un Beso de Luna casi helado. El calor, en todas sus vertientes, comienza a apoderarse del ambiente. La simbiosis mágica y oculta de sus ingredientes alivia y provoca a un tiempo. —Creo que voy a pedir uno también. La verdad es que esta noche apetece… —me suelta con una mirada revoltosa. Con un ligero alzamiento de mi copa hago una súplica muda a la camarera que se encuentra a unos metros de nuestra mesa. Lo ha entendido a la perfección, porque tras breves instantes aparece con un nuevo Beso de Luna sobre la bandeja. Mel coge el cóctel y atrapa entre sus labios la pajita con rapidez. Mientras saborea el elixir cierra los ojos y disfruta. Se le nota el placer en cada poro. —Está rico… —Buenísimo… —Bueno, Mel, ¿puedo preguntarte qué tal tras la pared? —En realidad más que tras la pared esta vez me has puesto contra la pared… — ¿Decisiones difíciles? —Dificilísimas, pero lo que no sabía es que una vez tomadas lo peor estaba por venir… —Mea culpa. —Sin embargo no todo es malo, también descubro algo maravilloso… —Y hasta aquí podemos leer… —le corto guiñándole un ojo. —Es cierto. De todas formas, en muy pocos días descubrirán de lo que estamos hablando… —me dice jugueteando de nuevo con la pajita entre los labios.

viernes, 18 de junio de 2010

Tras la pared

Una semana más, o diez días... y volvemos a bucear en la vida de nuestras amigas. Os espero en el Beso de Luna para celebrarlo.

jueves, 10 de junio de 2010

Álex otra vez

Esta vez no me dejo sorprender y espero en nuestro rincón desde hace varios minutos. Me relajo envuelta en la música y las fragancias del local. Acaban de encender los velones y llega hasta mí el aroma de la cera mezclado con el olor a mar que me acerca la brisa. Todavía faltan diez minutos para mi encuentro con Álex. Y efectivamente, llega con antelación a la cita, regalándome una mirada extrañada desde sus ojos oscuros e intimidadores. — ¿Llego tarde? —me pregunta mirando su reloj. —En absoluto —le contesto con una sonrisa—. En esta ocasión he sido yo la que se ha anticipado. Como te conozco, no he querido que esperaras sola. Toma, prueba esto. Dejo resbalar por su copa un poco de vino. Álex, desconfiada, agarra la botella, saca de su bolso unas gafas de diseño que, por cierto, le dan un aspecto mucho más interesante, y se dispone a analizar de cerca la etiqueta. Convencida, por fin, vuelve a dejar el vino sobre la mesa mientras me lanza una sonrisa de aprobación, llevándose inmediatamente la copa a los labios. Esta vez he elegido Pago de los Balagueses-Syrah, de las bodegas Vegalfaro de Utiel. Un surtido de sabores a monte bajo, hinojo, frutas maduras, cereza, moras…se deslizan en la boca para disfrutarlos despacio. —Bueno, ¿de qué quieres que hablemos esta vez? —pregunta relamiéndose. —Podías contarnos cómo te ha sorprendido la vida en Tras la pared. —Realmente han ocurrido cosas que no me esperaba en absoluto…—contesta con un brillo especial en los ojos. —Y sobretodo cierto suceso que te negabas a creer. —Todavía no acabo de creérmelo, ¿sabes? Es tan extraordinario y emocionante… —Y la fuente de una nueva disputa con Mel… —La verdad es que, echando la vista atrás, he sido injusta con ella. Ahora sé por lo que debió pasar. — ¿Y tú cómo estás? ¿Te vas por fin con Marcello? — ¡Ahora ni pensarlo! No puedo dejar sola a Carla con todo esto… —Bueno, no creo que debamos aumentar el nerviosismo de l@s amig@s que están pendientes de nuestra entrevista, así que será mejor que dejemos de hablar de estas cosas—le digo riéndome. —No te preocupes por eso, les queda poquísimo para dejar de sufrir. Tras la pared está a punto de salir a la calle, ¿no? —En pocos días, aunque no creo que eso signifique que van a dejar de sufrir…—contesto sacando mi sonrisa más maliciosa. —Es cierto, alguna que otra va a morderse las uñas…—se ríe conmigo.