sábado, 4 de enero de 2014

La daga fenicia: el inicio.

Me coge de la mano y sé que desde ese preciso instante mi voluntad queda anulada. No tira de mí exactamente, es más bien un cosquilleo en la palma lo que me obliga a ir tras sus pasos, con los dedos cosidos a los suyos, la piel en perfecta simbiosis. Desconocía que el Beso de Luna tuviera aquella parte escondida, oculta a ojos profanos, a la que ella me acaba de conducir. Me siento incapaz de reconocer si el espacio es de dimensiones enormes o reducidas, tal es la oscuridad que reina en el lugar. Ella susurra con voz profunda y vibrante “cierra los ojos” y yo me estremezco sin comprender la necesidad de aquel gesto, pues parpadeo sin éxito para librarme de la negrura que me rodea. No obstante, Iduna insiste.
—Cierra los ojos y abre la mente. Confía en mí.
Como si pudiera hacer nada distinto, me digo, sonriendo por dentro con el fin de desprenderme del temor que ha ido naciendo en una parte rebelde de mi cabeza. Ella lo sabe, estoy segura, y en ese momento aumenta la ligera presión en mis dedos. La minúscula acción me lleva sin remedio a obedecer y es entonces cuando la siento dentro de mi cerebro derramando imágenes que contemplo con los párpados caídos y los poros abiertos. Uno tras otro van desfilando sus secretos por mi alma dejándola acolchada, caliente, madura y hambrienta. Tras unos segundos, noto un leve impulso que me conduce de nuevo al Beso de Luna que conozco, al olor de los velones y el salitre, al suave compás de la música, a la luz acogedora de sus pérgolas.
Me suelta la mano y observo mi reflejo en aquellos ojos grises moteados de misterio. Un soplo de brisa retira su melena caoba hacia atrás, dejando la serenidad de la comprensión al descubierto.

Este encuentro que os narro ocurrió hace un tiempo que, aunque no muy distante, a veces siento lejano, como si varios siglos me separaran del inicio. Ella me incitó a contar su historia, aunque siempre quedarán en lo más profundo de mi mente algunos secretos que me reservo y acuno como un tesoro. Si os adentráis en La daga fenicia conoceréis aquello que me fue permitido transmitir. En vuestra mano está descubrirlo. Espero que el hallazgo otorgue una perspectiva especial al nuevo año que disfrutamos.