jueves, 28 de noviembre de 2013

Reflexiones tras La daga fenicia


Hoy el viento brama, preñando el aire de partículas húmedas que erosionan los rostros y enredan las palabras. Armadas con sendas copas de vino, Patricia y yo afrontamos el reto caminando junto al borde de la balaustrada que separa el Beso de Luna de un paseo marítimo desnudo, irreconocible.
—Cuando el mar se encabrita es difícil sustraerse a su embrujo, ¿verdad? —grito para hacerme oír por encima del estallido de las olas.
Ella, abrazando con fuerza la gabardina que estira un poco más su alto porte hacia un cielo manchado de luces diminutas, derrama la mirada en la playa y se regala unos segundos antes de responder.
—Cuando ruge así me dice muchas cosas.
—¿Vas a revelarme alguna de ellas? —sugiero, obligándola a centrar su atención en mí.
No soy capaz de atrapar los matices que bailan en esos dos círculos cautivadores: el verde de las aguas que se pierden en abismos insondables, el gris plateado del astro que destapa nuestras noches, el ocre de las hojas rendidas al otoño.
—¿Qué quieres que te diga?
—Si has tomado una decisión —contesto, haciendo un esfuerzo para huir de sus ojos.
—Dímelo tú, seguro que ya lo sabes. Siempre lo haces.
—Me importa tu opinión. Es lo único que cuenta.
—¿Hace falta que lo haga en este momento?
—No. Tenemos tiempo, aunque nuestrxs lectorxs ya conocen de qué estamos hablando y esperan…
—Vamos dentro, hace frío.
Abandonando la imagen hipnótica de aquel Mediterráneo enfurecido, sincronizamos nuestros pasos hacia el reservado más próximo. Dentro de un cubo acristalado, un pequeño círculo de llamas irradia olas de calor convirtiendo aquel rincón del jardín en un lugar cálido, envolvente. Solo cuando nos hemos acomodado entre los cojines Patricia vuelve a retomar la conversación.
—No es nada fácil lo que me preguntas —dice con voz grave tras paladear el último sorbo de vino.

—Lo sé perfectamente. Te ayudaré a tomar tu decisión.
—Como siempre.
Una sonrisa equívoca nace en la comisura de sus labios, aunque su voz deja traslucir las brumas internas que ambas conocemos.
—Sabes, esta última aventura ha dejado a tus fans con ganas de más. De mucho más —comento suavemente.
—Me alegro por ti. Estoy segura de que les concederás lo que ansían —afirma con cierto destello en la mirada que no me atrevo a interpretar.
—El mérito será vuestro, sin duda.
Ella me observa en silencio, meditando quizás una respuesta adecuada. Robándole la oportunidad de una réplica, continúo.
—Quiero que veas lo que ocurrió en Barcelona cuando fuimos a contar nuestra común aventura. Traigo el vídeo —le digo, mostrándole la pantalla del ipad que llevo conmigo.

También vosotrxs podéis asomaros…