Roads de
Portishead comienza a conquistar cada rincón del Beso de Luna, excitando nuestros
recuerdos. En aquel momento se hace un silencio elocuente en el reservado, y a una de
las tres mujeres que comparten mi mesa se le mueve perceptiblemente hacia
arriba la comisura de los labios.
—¿Evocaciones? —pregunto,
con una sonrisa malévola.
—Quizás —afirma Patricia.
Alcanzo a descubrir una huída
al pasado reciente. Con la mano izquierda echa hacia atrás su melena leonada. Bajo
la luz temblorosa de los velones, despide reflejos que viajan del dorado oscuro
al castaño claro. En aquel instante, cualquier mortal suplicaría ahogarse en el
estanque esmeralda de sus ojos.
Mel y Eva observan su
reacción y me interrogan con la mirada.
—¿No os lo ha contado?
—Sabes que no. Pero intuyo
que aún quedan restos de ella en algún camino perdido —responde Mel.
—O restos de alguien en su
interior… —defiende Eva.
Patricia nos contempla y se
lleva con calma la copa a los labios. No muestra ningún interés en confirmar o
negar aquellas suposiciones.
—O las dos cosas —sugiero yo—.
Lo que es innegable es que lo que habéis experimentado en La daga fenicia ha
sido intenso.
—Sobre todo para algunas —afirma
Eva, socarrona.
—¿Cómo calibrarías el
contenido de esta aventura? —le pregunto.
Sobre todas nosotras sobrevuela el fantasma de una beldad de pelo cobrizo. Ella me lanza una mirada
sagaz desde sus ojos oscuros.
—Creo que todas estaremos de
acuerdo: ALTO VOLTAJE.
—Yo no lo hubiera expresado
mejor —sostiene Mel.
Su cara se ilumina y se gira
hacia Patricia como queriendo arrancarle una confirmación. Ésta le devuelve una
sonrisa centelleante y después mira hacia el infinito.
Tan solo vosotrxs tendréis
acceso a los recovecos de su mente. En La daga fenicia se desvelará todo…