domingo, 4 de marzo de 2018

Iduna, eternamente frágil


Ya no estoy segura de nada. Mis férreas convicciones se vinieron abajo como un castillo de naipes al soplo de tus labios. Creí tenerlo todo atado y resultó que mis cuerdas mostraban la fragilidad de la tela de araña: una trampa envolvente, aunque fácil de arruinar.
Tú me lo mostraste, tú derrumbaste los muros del castillo levantado sobre espuma.
Y ahora que mis ojos están por fin abiertos, ahora que ha llegado el momento crucial, que me atrevo a pensar en dar el paso, la burla del destino descarga un golpe certero y decide por mí.
Qué vana ilusión la del poder del tiempo en un mundo insaciable. La ambición se devora a sí misma. ¡Hay tanto por hacer!
Démonos la mano. Sabremos qué camino tomar.
Regreso a Eterna.