lunes, 18 de abril de 2016

Victoria, narradora de excepción

—Buenas noches, Victoria. Se acerca el día en que todo comenzó.
—Sí, queda ya muy poco para el quince de mayo.
—Eres la narradora de Mis noches en el Ideal Room. Eso quiere decir que conoces de primera mano todo lo que sucedió.
—Bueno, tú me otorgaste ese privilegio, el de ser narradora y protagonista —responde, iluminando con su sonrisa unos ojos sensacionales veteados de verde, unos ojos que han visto cosas poco comunes.
—La gente querrá saber por qué nos cuentas tu vivencia de esos días de mayo de 1937.
—En realidad, contarlo ha sido una necesidad irremediable. No podía quedarme para mí todo lo que descubrí durante ese tiempo, todo lo que viví, lo que sentí, incluso lo que sufrí. Es una experiencia que debía compartir.
—¿Te arrepientes de algo?
—En absoluto. Puedo decir que ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.
—¿A pesar del miedo?
—El miedo ha estado siempre presente, el terror a la pérdida, el pánico producido por las alarmas, por las bombas…pero el resultado me ha compensado con creces.
—¿Lo dices por Daniela?
—Sobre todo por Daniela —dice poniéndose seria de repente, como si una nube inoportuna viniera a velar su mirada—, pero también por Gerda, por Ted, por Dolores Ibárruri, por Antonio Machado, por Juan Gil Albert, por las Mujeres Libres… por tantas ideas efervescentes y tantas personas inolvidables que he tenido la suerte de conocer. Y por esa Valencia ignorada por miles de seres, la Valencia que hizo de la vida su bandera a pesar de los bombardeos casi diarios, de las alarmas, del hambre, del hacinamiento, de la muerte. Ha sido increíble compartir mis días con gentes que vibraban, bebían, cantaban, reían, amaban, que desplegaban sus ganas de vivir intensamente y se entregaban a la defensa de sus ideales en medio de una oscuridad a la que acababan acostumbrándose. Todo ello te arrolla y te obliga a sumarte a ese ritmo frenético en el que lo único importante es el hoy, pero, incomprensiblemente, no se pierde la esperanza de un mañana mejor.
—¿Y en medio de ese escenario, es posible el amor?
—Es una necesidad. Cuando vives en medio de esas condiciones, las pasiones son mucho más profundas. Lo das todo, lo recibes todo.
—¿Daniela te lo dio todo?
Victoria traga saliva, baja los ojos y se agarra a su vaso de vodka como a una tabla de salvación.
Hay cosas difíciles de contar, imposibles de revivir manteniendo la mirada serena. Yo lo sé. Y vosotr@s lo sabréis en cuanto Mis noches en el Ideal Room cobre vida a finales de septiembre.

Hablaremos entonces.