Hoy el Beso de Luna nos abre
sus puertas de una manera voluptuosa, como una mujer henchida de secretos que
ansía ser desvelada, capa a capa. Cada uno de sus rincones huele a azahar, a
salitre, a cera perfumada…y a nuevos y exóticos aromas que no habéis disfrutado…todavía.
Los personajes de mis novelas —algunos se han excusado, pues no han podido
venir— se han vestido de gala para desearnos lo mejor en este año que está sin
estrenar. Trescientos sesenta y cinco días que se despliegan ante nosotrxs con
el ansia de ser vividos, disfrutados, saboreados minuto a minuto.
Les he pedido que extraigan la
esencia de su paso por La daga fenicia y lo conviertan en un deseo personal para
vosotrxs, en un brindis íntimo para el año que comienza.
Mel me mira con sus ojos ámbar acusadores y sonríe.
—Querrás que comience yo…
—Es el derecho que te otorga
el ser el primer personaje que inaugura la serie.
—Visto así…—se ríe—. Ahí va
mi brindis: por un dos mil trece lleno de tentaciones. Las tentaciones dan
sabor a la vida. Algunas nacen para hacernos caer de pleno en sus garras. Otras
pueden enseñarnos cosas sobre nosotros mismos que ni siquiera sabíamos… Pero
todas nos hacen avanzar de alguna forma.
—Carla…
Ella echa su larga melena
hacia atrás y levanta la copa de cava con elegancia. Su rostro se cubre con un atractivo
gesto de concentración.
—Yo deseo que este año nos
traiga confianza. Es el motor para alcanzar nuestras metas y sortear los
obstáculos. Confianza en nosotros mismos y en las personas que nos acompañan en
el camino.
—Eva, tu turno.
Con un gesto muy suyo, se
aparta el flequillo con los dedos antes de hablar.
—Brindo para que este año
próximo nos haga disfrutar de la verdadera amistad. Esa que nos lanza a hacer
locuras sin dudar lo más mínimo.
—Alejandra se ha quedado con
la canguro —interviene María adelantándose a mi requerimiento—, pero sé que
ella os desearía lo mismo que yo: un año lleno de magia. La magia está por
todas partes. Atended a las señales y seguid vuestro corazón.
—Pues yo he de brindar para
que el dos mil trece nos enfoque siempre hacia la decisión correcta —señala
Patricia con un destello sabio en su mirada verde inigualable—. Y si nos
equivocamos, que sepamos solucionarlo con valentía. De una decisión errada
pueden nacer enseñanzas impagables.
—Sara…
Sus grandes ojos oscuros me
observan con serenidad.
—Yo diría que es importante reconocer
lo que da sentido a nuestras vidas. Espero que este año nuevo posibilite ese
descubrimiento.
—Yo deseo que en este dos
mil trece conozcamos facetas nuevas que ignoramos. Que tengamos la oportunidad
de sorprendernos a nosotros mismos —añade Fran, en respuesta a mi guiño.
Iván no se lo piensa mucho.
—Y a mí me gustaría poder
vivir cientos de cosas diferentes, conocer gente interesante, visitar otros
lugares. Deseo que este año próximo todo eso sea posible.
Mi atención se centra en
cierta melena rojiza y un par de ojos grises que me atraviesan. Todavía
desconocéis su nombre. Mi sonrisa es una invitación.
—El trece es el número de la
evolución, de la superación de un ciclo, con lo que presupongo que este año va
a ir marcado por un cambio necesario. La metamorfosis es un paso imprescindible
para avanzar. Ya sabes mi opinión al respecto —me dice con un brillo malicioso
en la mirada—. Así que yo os invito a que disfrutéis de esa transformación…
Ahí tenéis sus deseos, que
son los míos para todxs vosotrxs. En el dos mil trece verá la luz La daga
fenicia. Viene a quedarse para siempre.