miércoles, 26 de diciembre de 2012

Brindis por un futuro nuevo


Hoy el Beso de Luna nos abre sus puertas de una manera voluptuosa, como una mujer henchida de secretos que ansía ser desvelada, capa a capa. Cada uno de sus rincones huele a azahar, a salitre, a cera perfumada…y a nuevos y exóticos aromas que no habéis disfrutado…todavía. Los personajes de mis novelas —algunos se han excusado, pues no han podido venir— se han vestido de gala para desearnos lo mejor en este año que está sin estrenar. Trescientos sesenta y cinco días que se despliegan ante nosotrxs con el ansia de ser vividos, disfrutados, saboreados minuto a minuto.
Les he pedido que extraigan la esencia de su paso por La daga fenicia y lo conviertan en un deseo personal para vosotrxs, en un brindis íntimo para el año que comienza.
Mel me mira con sus ojos ámbar acusadores y sonríe.
—Querrás que comience yo…
—Es el derecho que te otorga el ser el primer personaje que inaugura la serie.
—Visto así…—se ríe—. Ahí va mi brindis: por un dos mil trece lleno de tentaciones. Las tentaciones dan sabor a la vida. Algunas nacen para hacernos caer de pleno en sus garras. Otras pueden enseñarnos cosas sobre nosotros mismos que ni siquiera sabíamos… Pero todas nos hacen avanzar de alguna forma.
—Carla…
Ella echa su larga melena hacia atrás y levanta la copa de cava con elegancia. Su rostro se cubre con un atractivo gesto de concentración.
—Yo deseo que este año nos traiga confianza. Es el motor para alcanzar nuestras metas y sortear los obstáculos. Confianza en nosotros mismos y en las personas que nos acompañan en el camino.
—Eva, tu turno.
Con un gesto muy suyo, se aparta el flequillo con los dedos antes de hablar.
—Brindo para que este año próximo nos haga disfrutar de la verdadera amistad. Esa que nos lanza a hacer locuras sin dudar lo más mínimo.
—Alejandra se ha quedado con la canguro —interviene María adelantándose a mi requerimiento—, pero sé que ella os desearía lo mismo que yo: un año lleno de magia. La magia está por todas partes. Atended a las señales y seguid vuestro corazón.
—Pues yo he de brindar para que el dos mil trece nos enfoque siempre hacia la decisión correcta —señala Patricia con un destello sabio en su mirada verde inigualable—. Y si nos equivocamos, que sepamos solucionarlo con valentía. De una decisión errada pueden nacer enseñanzas impagables.
—Sara…
Sus grandes ojos oscuros me observan con serenidad.
—Yo diría que es importante reconocer lo que da sentido a nuestras vidas. Espero que este año nuevo posibilite ese descubrimiento.
—Yo deseo que en este dos mil trece conozcamos facetas nuevas que ignoramos. Que tengamos la oportunidad de sorprendernos a nosotros mismos —añade Fran, en respuesta a mi guiño.
Iván no se lo piensa mucho.
—Y a mí me gustaría poder vivir cientos de cosas diferentes, conocer gente interesante, visitar otros lugares. Deseo que este año próximo todo eso sea posible.
Mi atención se centra en cierta melena rojiza y un par de ojos grises que me atraviesan. Todavía desconocéis su nombre. Mi sonrisa es una invitación.
—El trece es el número de la evolución, de la superación de un ciclo, con lo que presupongo que este año va a ir marcado por un cambio necesario. La metamorfosis es un paso imprescindible para avanzar. Ya sabes mi opinión al respecto —me dice con un brillo malicioso en la mirada—. Así que yo os invito a que disfrutéis de esa transformación…

Ahí tenéis sus deseos, que son los míos para todxs vosotrxs. En el dos mil trece verá la luz La daga fenicia. Viene a quedarse para siempre.




viernes, 30 de noviembre de 2012

Dos mujeres de altura


Percibo cierto revuelo junto al camino empedrado que serpentea entre los jardines del Beso de Luna. Desde la misma puerta que se abre al paseo marítimo, hasta la entrada del reservado en el que aguardo a nuestras invitadas, se alza una nube de murmullos que anuncia su proximidad. El viento helado corta el aliento y la gente se acurruca bajo las pérgolas al calor de las estufas y de las conversaciones apasionadas. Esta noche la luna impone su presencia intensificando las sombras. El vino oscuro y reconfortante impregna de color el fino cristal de las copas; ese cristal que, si pudiera expresarse, gritaría de deseo al entrar en contacto con sus labios…
Ya las veo. Retengo la respiración y un resorte involuntario me obliga a levantarme del asiento. Los amplios abrigos enfatizan la presencia imponente de las dos mujeres que se acercan con paso decidido. Dos ojos azules clarísimos me sonríen desde una altura considerable. La valquiria rubia se aproxima a mí y tiene la deferencia de inclinarse para alcanzar mi mejilla con un beso, mientras me rodea con un brazo la espalda en un cálido apretón. Patricia la secunda y, antes de estrecharme contra ella, me mira con tal intensidad esmeralda que me traspasa. Las copas titilan de envidia. Pronto será su turno.
—Formáis una pareja indescriptible —les digo, ofreciéndoles el vino.
—Gracias. Tú que nos ves con buenos ojos —me espeta la beldad rubia aceptando su bebida.
—Lamento contradecirte. La temperatura ha subido varios grados desde el momento en que pisasteis el Beso de Luna. Creo que todo el local se ha dado cuenta.
—Me resulta curioso que nos hayas invitado a las dos —interviene Patricia, desviando la conversación conscientemente.
—He pensado que sería una buena idea, dada la complicidad que habéis demostrado tener en La daga fenicia.
—Eso es cierto, hemos conectado muy bien. Me gustó en cuanto la vi —confiesa resuelta nuestra desconocida amiga.
—Sí, la verdad es que estar con ella es como respirar una bocanada de aire fresco —afirma Patricia lanzándole un guiño provocador —. Y además baila muy bien…

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Tras La daga fenicia nada es igual


Hoy la lluvia no cesa. El aire huele a moho, a añoranza, a un recuerdo impertinente que se cobija tras las brumas del cerebro. Con el codo apoyado en el brazo del sillón, Mel entierra los dedos en las mechas claras de su pelo mientras contempla el horizonte. A través del ventanal se aprecia un mar embravecido, denso. Intuyo lo que está pensando. Los reflejos dorados de su iris son tan oscuros como esta noche húmeda que debilita la capacidad de razonar.
—¿Estás bien? —le pregunto con tacto.
Tarda en responder, agarra su copa y finalmente sus ojos se enfrentan a los míos.
—Sí —contesta escueta.
—¿Melancolía…?
—Tal vez.
—Lo comprendo. Hay cosas que cuesta dejar atrás.
—Y no regresan.
—Pero algunas permanecen y otras surgen.
Se calla de nuevo.
—Me has hecho pensar mucho esta vez —me dice. Da un pequeño trago al sabroso vino que compartimos y aguardo a que continúe—. Me he dado cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, de lo fácil que es dejar pasar las cosas significativas de nuestra vida.
—Así es.
—Has generado en mí la avidez por saborear cada instante, por mimar los momentos. Cuando me miro al espejo veo el minutero avanzando imparable.
—La única fórmula que conozco para contrarrestar ese miedo es vivir, vivir intensamente.
—Me he dado cuenta. Tras La daga fenicia nada es igual…

viernes, 26 de octubre de 2012

Una noche perfecta


La temperatura está cayendo, el viento se irrita y un intenso olor a tierra regada impregna el aire. Con todo, la noche es perfecta. Ella está sentada frente a mí con su mirada verde quemando cuanto abarca. El frío obliga a ciertas partes de su anatomía a mostrar un protagonismo sofocante. Su melena, enardecida por la influencia del viento y el agua, le otorga un aspecto más lúbrico si cabe. Y para mal de muchxs, la blusa blanca que la cubre se ciñe a su contorno empapada por la lluvia persistente. Patricia se ha empeñado en acercarse al Beso de Luna sin la más mínima protección que alivie los efectos devastadores de su húmeda presencia.
—Te has mojado… —le susurro, acercándole la copa de vino que acaba de llenar la camarera.
—Odio los paraguas. ¿Te incomoda? —replica con una expresión cargada de malicia al tiempo que baja la vista hacia su pecho.
—No necesariamente —le digo, intrépida, perdiéndome en unos ojos que perforan las entrañas. Habría que inventar una vacuna contra esa clase de poder. Aunque sé que más de unx preferiría morir bajo su influjo…
—Mejor —resuelve, provocadora.
La observo un instante más, con cierto detenimiento, antes de continuar.
—Te veo más joven…
Ella sonríe sutilmente.
—Puede ser. La última aventura que me has hecho vivir ha conseguido estimularme de una manera… muy particular.
—Solo puedo decir que te ha sentado bien.
—Gracias. Espero que quienes nos observan piensen lo mismo después de leer La daga fenicia.
—El tiempo pasa abrumadoramente rápido, ya lo sabes. Pronto podrán opinar.
 —Cierto, demasiado deprisa…—afirma reclinándose de forma tentadora sobre los mullidos cojines del reservado.
No me queda otra salida que llevar la copa a mis labios y permitir que los delicados matices del vino arrastren mis sentidos hacia otro lugar. Estoy segura de que me entendéis…

viernes, 28 de septiembre de 2012

La valquiria rubia

Hasta hace un instante me encontraba tranquilamente reclinada sobre los cojines de nuestro rincón en el Beso de Luna. Estoy esperando a una amiga común para charlar un rato acerca de La daga fenicia. Sin embargo algo ha hecho que me levante y deambule entre los reservados con mirada hambrienta. Desde mi sitio me ha parecido vislumbrar una larga melena rubia nada convencional. Me abro paso entre la gente, persiguiendo a duras penas a la figura alta que huye ante mi empeño. Estoy casi segura de que es ella. Escapa por un momento de mi visión y pienso que la he perdido. De repente, a unos veinte metros, observo su mirada juguetona de un azul tan claro que hipnotiza. En medio de su avance se ha dado la vuelta, provocándome con una sonrisa malvada para que la siga. Es ella. Ahora estoy segura.

Me muevo con lentitud. La gente se agolpa a estas horas intentando arrebatar retazos de gloria a su rutina. Algo me dice que se ha esfumado como un espejismo. Pero no. Ella me espera apoyada en el muslo de mármol de una mujer que nos observa prepotente con la sabiduría de los tiempos.

Un hombro me aparta de su imagen y al sortearlo me doy cuenta de que —esta vez sí— mi valquiria rubia ha desaparecido. Me acerco a la diosa blanquecina y fría, y poso mi mano en el mismo lugar donde ella estuvo sostenida, con el ingenuo afán de empaparme de su huella, de encontrar un resquicio que me permita encontrarla.

Minutos después desisto de mi intento. Mel me estará esperando, seguro, desde hace rato.

—Siento la tardanza —le digo, besándola.

—Acabo de llegar, no te preocupes.

—Es que ha habido una aparición inesperada, pero la he perdido…

—¿La conozco?

—¿Cómo sabes que se trata de una mujer?

—¿No lo es? —me castiga con su mejor sonrisa.

—Sí, lo es. Y no, no la conoces.

Su mirada me interroga. Imagino que la vuestra también…

sábado, 22 de septiembre de 2012

El Beso de Luna se deja abrazar por el otoño


El Beso de Luna huele a mar. El viento lo enardece y nos entrega el aroma de su encuentro. Un amor furioso. De eso sabe, sin duda, la mujer que se lleva la copa de vino a los labios y me mira por encima del borde. Os aseguro que no es fácil sujetar esos ojos. Profundos, ardientes, enamorados. Su forma de entrega es absoluta. No tiene término medio ni matices. Su corazón eligió hace muchos años a la mujer que amaría y, aunque el camino no ha sido fácil, ella es perseverante, intensa. Luchó contra las reticencias de su madre, contra los miedos de la mujer que no se atrevía a amarla y, sobre todo, contra sus propias inseguridades. Se convierte en una loba cuando alguien se aproxima a su círculo con intenciones aviesas. Y yo me he encargado de dar una vuelta de tuerca a su estado de alerta. Si superará o no este nuevo reto lo sabremos cuando nos dejemos llevar por las páginas de La daga fenicia.

Con la intención de darle un merecido respiro, me la llevé al encuentro que tuvimos con ocasión de la I Semana Cultural LGTB de Benidorm 2012. Gracias a nuestrxs amigxs de la asociación LGTB, y al propio ayuntamiento de la ciudad, pudimos disfrutar de la compañía de Clara Asunción García, de su pareja, Susy, de Chelo, de Lorenzo, de Puri, y de muchas otras personas interesantes y afectivas que decidieron venir para abrazarnos y compartir nuestras historias. GRACIAS. Aquí os dejamos algunas imágenes de aquella noche, cedidas por la fotógrafa dueña del copyright: Garrido.


jueves, 6 de septiembre de 2012

Entrevista en Alternativa Dial


De nuestro reservado en el Beso de Luna emana esta noche el aroma de la ausencia. Como algo excepcional, las chicas y yo nos hemos reunido en el salón de mi casa y aderezamos el encuentro con un fragante vino de la tierra. Aquí nos rodea el silencio adecuado para poder escuchar el programa Leer por Leer, que emitió nuestra amiga Enreda el pasado lunes en Alternativa Dial. En él se habló largo y tendido de nosotras… Mi portátil abierto sobre la mesa baja de café se erige como absoluto protagonista y nos observa con ganas de compartir. Por motivos que no debo revelar, no están todas. Tan solo diré que Mel me mira interesada, mientras juguetea con los dedos de una fantástica morena a la que tiene asida de la mano…

Me dispongo a abrir el archivo. Estáis invitadxs .

Perdonad el sonido entrecortado de algunos momentos. La tecnología se nos rebela…


 http://www.ivoox.com/entrevista-a-mila-martinez-alternativa-dial-3-audios-mp3_rf_1411201_1.html
 
 

viernes, 24 de agosto de 2012

Alto voltaje en La daga fenicia


Roads de Portishead comienza a conquistar cada rincón del Beso de Luna, excitando nuestros recuerdos. En aquel momento se hace un silencio elocuente en el reservado, y a una de las tres mujeres que comparten mi mesa se le mueve perceptiblemente hacia arriba la comisura de los labios.
—¿Evocaciones? —pregunto, con una sonrisa malévola.
—Quizás —afirma Patricia.
Alcanzo a descubrir una huída al pasado reciente. Con la mano izquierda echa hacia atrás su melena leonada. Bajo la luz temblorosa de los velones, despide reflejos que viajan del dorado oscuro al castaño claro. En aquel instante, cualquier mortal suplicaría ahogarse en el estanque esmeralda de sus ojos.
Mel y Eva observan su reacción y me interrogan con la mirada.
—¿No os lo ha contado?
—Sabes que no. Pero intuyo que aún quedan restos de ella en algún camino perdido —responde Mel.
—O restos de alguien en su interior… —defiende Eva.
Patricia nos contempla y se lleva con calma la copa a los labios. No muestra ningún interés en confirmar o negar aquellas suposiciones.
—O las dos cosas —sugiero yo—. Lo que es innegable es que lo que habéis experimentado en La daga fenicia ha sido intenso.
—Sobre todo para algunas —afirma Eva, socarrona.
—¿Cómo calibrarías el contenido de esta aventura? —le pregunto.
Sobre todas nosotras sobrevuela el fantasma de una beldad de pelo cobrizo. Ella me lanza una mirada sagaz desde sus ojos oscuros.
—Creo que todas estaremos de acuerdo: ALTO VOLTAJE.
—Yo no lo hubiera expresado mejor —sostiene Mel.
Su cara se ilumina y se gira hacia Patricia como queriendo arrancarle una confirmación. Ésta le devuelve una sonrisa centelleante y después mira hacia el infinito.
Tan solo vosotrxs tendréis acceso a los recovecos de su mente. En La daga fenicia se desvelará todo…

lunes, 23 de julio de 2012

Cierto pelo rojizo

Ya tuvimos el desconcertante placer de disfrutar de su presencia en el Beso de Luna. Esta vez viene con menos prisa. Hace calor. Mucho. Desde la entrada, por el estrecho camino empedrado, ella avanza inmune a todo, inclusive a las miradas incendiarias que la invocan por doquier. Pasea, como si exhibiera una segunda piel, su conjunto de pantalón y camiseta color albero. En cuanto su cuerpo indescriptible se relaja frente a mí, la pérgola se prende fuego. El velón que nos ilumina desde un costado eleva su llama de improviso varios centímetros, envidioso de los destellos rojizos de su pelo. La miro y puedo ver mi reflejo en su iris, que esta noche se engalana de gris verdoso.

—Me alegro de volver a verte —le digo dibujando una sonrisa sutil, elegante.

—Yo también me alegro, te lo aseguro.

Su voz profunda y aterciopelada arranca unos grados más al ambiente cargado. Yo carraspeo y bebo de mi copa helada. De golpe, siento la garganta seca.

—La gente todavía no lo sabe, pero tu papel en La daga fenicia es primordial. De hecho, sin ti no existiría…

—Tú lo quisiste así, podría haber sido cualquier otra…—contesta con cierto brillo malévolo en las pupilas.

—En absoluto. Para mí es impensable que exista alguien ni remotamente parecido.

—Pues lo celebro. Tengo que decir que has conseguido enfrentarme a mis demonios, pero también he gozado mucho. Y me has hecho pensar.

—No vamos a contar quién ha compartido contigo esa difícil aventura.

—No, no lo haremos.

Vislumbro tempestades tras su mirada, pero la impresión dura tan solo un segundo.

—¿He cambiado tus planes?

—Mi futuro depende de ti, ya lo sabes  —dice contemplándome de tal manera que me atraganto.
 
—Eso es cierto —contesto en cuanto logro recobrarme.

Su incorporación a esta entrega desatará incendios. Creo que me entendéis… Pero si no lo habéis hecho, La daga fenicia os sacará de dudas.

miércoles, 27 de junio de 2012

Un verano caliente


El aire arde. Casi puedo sentir el fuego bajo la suela de mis zapatos. Pero mucho más candente es el ansia en las miradas. A medida que voy avanzando por el sendero empedrado del Beso de Luna, dejando atrás las sombras proyectadas bajo el influjo de los candeleros que iluminan el jardín, me doy cuenta de que el verano ha penetrado en cada una de las almas que abarrotan el local. Camino sin prisa. El viento pega a mi piel retazos de mar caliente dejando una pátina húmeda con olor a algas y a sal. Los cuerpos se cimbrean permitiendo el espacio justo para mi avance, obligándome a pagar el peaje de un roce que eleva un grado más la temperatura. Ansío el alivio de un cóctel helado deslizándose por mi garganta, pero todavía me queda un trecho hasta poder soñar con una copa. En mis oídos reverbera la música chillout pintando un halo irreal en la escena. Minutos después, tras haber conseguido un sitio de privilegio en la barra, me desplazo con mi cóctel hasta nuestro rincón preferido con la esperanza de que mis invitadas hayan llegado con la antelación suficiente y me estén esperando relajadas entre los cojines. Desde la distancia puedo verlas rodeadas por un enjambre de chicas ávidas. No puedo reprochárselo. Si cada una de las cuatro mujeres que me aguardan en el reservado llamaría la atención en medio de una multitud, con mayor razón todas juntas. Una valquiria rubia, una temperamental latina, una decidida indo-oriental y una fogosa pelirroja. No las conocéis. Por ahora. La daga fenicia las llevará a vuestro lado.

lunes, 28 de mayo de 2012

Carla tras La daga fenicia


La noche tórrida sublima las fragancias y la brisa empuja hacia nosotras la magia del mar. Con un movimiento pausado y sensual de la mano derecha retira su larga melena hacia atrás y, acto seguido, me clava su mirada oscura hasta perforarme el alma.

—¿Te apetece un Beso de Luna? —propongo.

—Perfecto. Hace calor…

Y más que va a hacer, pienso interiormente, contemplando sus curvas encerradas en un vestido mínimo.

Tras pedir el cóctel más solicitado del local, observo el semblante concentrado de Carla y me digo que esta belleza es todo un carácter.

—Me alegro de que estés aquí esta noche.

—No tengo muchas oportunidades de escaparme, ya sabes.

—¿Vas a contarnos algo sobre La daga fenicia?

—No creo que deba revelar nada significativo, pero puedo expresar mi punto de vista.

—Adelante —la animo.

—Puedo decir que esta historia me ha hecho crecer en ciertos aspectos y, ante todo, me ha empujado a meditar sobre cuestiones fundamentales de la vida. Pienso que nos va a obligar a tomar partido con respecto a un tema que a todos nos afecta.

—¿Tú lo has hecho?

—Sí, creo que lo tengo claro.

—No te voy a poner en el compromiso de decirlo aquí.

—Te lo agradezco. Es una conclusión bastante personal.

—Me han dicho que tu relación con Mel se ha visto alterada por una circunstancia sobrevenida…

—¿Te han dicho? —me recrimina levantando una ceja en un gesto muy seductor— Creo que no nos has regalado un solo minuto de paz desde que empezamos.

—También os he hecho disfrutar de momentos únicos.

—Eso es cierto.

—Tan solo intento ahuyentar la rutina. De hecho, hace poco has conocido a alguien...

—Sí.

El fuego que irradian sus ojos me impele a cambiar de tercio.

—¿Ya os ha contado Patricia…?

—No. Y dudo mucho que algún día lo haga.

Sus amigxs no han tenido acceso a dicha información, pero vosotrxs disfrutareis del privilegio de conocer cada detalle en cuanto caiga en vuestras manos la daga misteriosa…




jueves, 10 de mayo de 2012

Mel, Iván y Fran tras la daga fenicia


Esta noche no cabe un alma en el Beso de Luna. Un inusual calor a principios de mayo nos ha sacado a todos de casa buscando las añoradas alegrías del verano. El aroma de los velones mezclado con el salitre satura nuestras fosas nasales mientras saboreamos el cóctel más famoso del local.

—Ya tenía ganas de encontrarme con vosotros. A Mel la veo mucho más a menudo —les digo a los chicos.

Iván me enseña una hilera de dientes perfectos y blanquísimos al desplegar una sonrisa que es casi una seña de identidad, volviendo todavía más atractivo su bronceado natural.

—La verdad es que ya hacía tiempo que no quedábamos contigo aquí.

—Siempre es un placer verte, ya lo sabes —me dice Fran haciendo brillar sus inteligentes ojos azules.

—Yo opino que era imprescindible que vinieran, puesto que su papel en La daga fenicia es crucial —interviene Mel.

Fran la coge de la mano y deposita un leve beso en el dorso.

—Eso es cierto. Cuéntanos algo, Fran —sugiero.

El pasa los dedos por sus rizos entrecanos y me mira sopesando lo que va a decir.

—Me pones en un aprieto, aunque a ti eso te encanta. Bueno, lo que puedo contar es que nos embarcamos todos en un viaje bastante misterioso. En un principio nos aventuramos sin saber muy bien qué íbamos a descubrir.

—Tengo que decir que sin él no hubiéramos sabido por dónde empezar —añade Mel.

—Es cierto. En esta entrega nos hacía mucha falta un especialista en Historia del Arte —afirmo—. Por cierto, también conocimos una faceta tuya que resultó imprescindible en un momento dado, ¿no, Iván?

El se ríe con ganas.

—Desde luego, aunque no puedo revelar mucho. Solo diré que nos aproximamos al límite legal…y nos lo saltamos.

—Pero era cuestión de vida o muerte. Digamos…fuerza mayor —ríe también Mel. Sus ojos dorados me miran con picardía.

—Creo que ese viaje fue también muy significativo por algo que ocurre entre Carla y tú —sugiero.

—En general fue muy desconcertante para todos y muy instructivo para algunos.

Ya sabéis algo más.

La daga fenicia se acerca y quiere clavarse hondo, muy hondo…

martes, 17 de abril de 2012

Eva tras La daga fenicia


Me alegro de verte —le digo sonriendo al percibir las miradas indiscretas que la van acompañando desde su entrada al local.
Ella se aparta el flequillo a un lado y me mira enarcando una ceja.
—No sé si puedo decir lo mismo.
—¿Molesta?
—¿ Sabes en qué situación me has dejado tras Autorretrato con mar al fondo?
—Fue un descenso a los infiernos, lo sé. Pero, según se mire, también un paseo por el paraíso.
—Tú lo has dicho. Según se mire.
La camarera le sirve un güisqui de la mejor marca sin dejar de mirarla provocadoramente. Ella, para variar, hace caso omiso.
—Me he tomado la libertad de adelantarme a tus gustos.
—Se agradece —me suelta dando un buen trago a su vaso.
—¿Puedo preguntar cómo está tu corazón en este momento?
—Lo sabes perfectamente…
Sus ojos oscuros me interpelan, casi parecen rogar que no siga por ese camino.
—No te preocupes, el tiempo resolverá tus dudas.
—Suponiendo que las tenga —replica volviendo a saborear su bebida.
—Todxs las tenemos, Eva. Sin embargo te aseguro que La daga fenicia pondrá algunas cosas en su sitio.
—No sé si creerte.
—Pronto lo verás. Vas a tener que enfrentarte a lo que llevas dentro. El desafío va a ser excitante. Y la aventura, mucho más.
—¿Sabes que te odio?
—Sabes que me quieres.
Sonríe hacia adentro y esta vez apura su güisqui de un trago.

Si queréis conocer un poco más…, estaré cerca los próximos días:
Viernes 20, a partir de las 21 horas, en el pub SOM COM SOM (C/Cádiz, 75 de Valencia) con motivo de la inauguración de la exposición de talla de la magnífica artesana Begoña.
Viernes 27, a partir de las 17 horas, en la Feria del Libro de Valencia (Jardines de Viveros, casetas 57 y 58 Librería Tirant Lo Blanch) Si os acercáis por allí podremos charlar, podréis adquirir mis libros si todavía no los tenéis y yo me comprometo a dedicároslos con cariño. Nos vemos en breve.