lunes, 28 de mayo de 2012

Carla tras La daga fenicia


La noche tórrida sublima las fragancias y la brisa empuja hacia nosotras la magia del mar. Con un movimiento pausado y sensual de la mano derecha retira su larga melena hacia atrás y, acto seguido, me clava su mirada oscura hasta perforarme el alma.

—¿Te apetece un Beso de Luna? —propongo.

—Perfecto. Hace calor…

Y más que va a hacer, pienso interiormente, contemplando sus curvas encerradas en un vestido mínimo.

Tras pedir el cóctel más solicitado del local, observo el semblante concentrado de Carla y me digo que esta belleza es todo un carácter.

—Me alegro de que estés aquí esta noche.

—No tengo muchas oportunidades de escaparme, ya sabes.

—¿Vas a contarnos algo sobre La daga fenicia?

—No creo que deba revelar nada significativo, pero puedo expresar mi punto de vista.

—Adelante —la animo.

—Puedo decir que esta historia me ha hecho crecer en ciertos aspectos y, ante todo, me ha empujado a meditar sobre cuestiones fundamentales de la vida. Pienso que nos va a obligar a tomar partido con respecto a un tema que a todos nos afecta.

—¿Tú lo has hecho?

—Sí, creo que lo tengo claro.

—No te voy a poner en el compromiso de decirlo aquí.

—Te lo agradezco. Es una conclusión bastante personal.

—Me han dicho que tu relación con Mel se ha visto alterada por una circunstancia sobrevenida…

—¿Te han dicho? —me recrimina levantando una ceja en un gesto muy seductor— Creo que no nos has regalado un solo minuto de paz desde que empezamos.

—También os he hecho disfrutar de momentos únicos.

—Eso es cierto.

—Tan solo intento ahuyentar la rutina. De hecho, hace poco has conocido a alguien...

—Sí.

El fuego que irradian sus ojos me impele a cambiar de tercio.

—¿Ya os ha contado Patricia…?

—No. Y dudo mucho que algún día lo haga.

Sus amigxs no han tenido acceso a dicha información, pero vosotrxs disfrutareis del privilegio de conocer cada detalle en cuanto caiga en vuestras manos la daga misteriosa…




jueves, 10 de mayo de 2012

Mel, Iván y Fran tras la daga fenicia


Esta noche no cabe un alma en el Beso de Luna. Un inusual calor a principios de mayo nos ha sacado a todos de casa buscando las añoradas alegrías del verano. El aroma de los velones mezclado con el salitre satura nuestras fosas nasales mientras saboreamos el cóctel más famoso del local.

—Ya tenía ganas de encontrarme con vosotros. A Mel la veo mucho más a menudo —les digo a los chicos.

Iván me enseña una hilera de dientes perfectos y blanquísimos al desplegar una sonrisa que es casi una seña de identidad, volviendo todavía más atractivo su bronceado natural.

—La verdad es que ya hacía tiempo que no quedábamos contigo aquí.

—Siempre es un placer verte, ya lo sabes —me dice Fran haciendo brillar sus inteligentes ojos azules.

—Yo opino que era imprescindible que vinieran, puesto que su papel en La daga fenicia es crucial —interviene Mel.

Fran la coge de la mano y deposita un leve beso en el dorso.

—Eso es cierto. Cuéntanos algo, Fran —sugiero.

El pasa los dedos por sus rizos entrecanos y me mira sopesando lo que va a decir.

—Me pones en un aprieto, aunque a ti eso te encanta. Bueno, lo que puedo contar es que nos embarcamos todos en un viaje bastante misterioso. En un principio nos aventuramos sin saber muy bien qué íbamos a descubrir.

—Tengo que decir que sin él no hubiéramos sabido por dónde empezar —añade Mel.

—Es cierto. En esta entrega nos hacía mucha falta un especialista en Historia del Arte —afirmo—. Por cierto, también conocimos una faceta tuya que resultó imprescindible en un momento dado, ¿no, Iván?

El se ríe con ganas.

—Desde luego, aunque no puedo revelar mucho. Solo diré que nos aproximamos al límite legal…y nos lo saltamos.

—Pero era cuestión de vida o muerte. Digamos…fuerza mayor —ríe también Mel. Sus ojos dorados me miran con picardía.

—Creo que ese viaje fue también muy significativo por algo que ocurre entre Carla y tú —sugiero.

—En general fue muy desconcertante para todos y muy instructivo para algunos.

Ya sabéis algo más.

La daga fenicia se acerca y quiere clavarse hondo, muy hondo…