Hay quien piensa que hay derechos fundamentales que
nunca cambiarán.
Ni siquiera con un gobierno ultraconservador.
Ni siquiera con un gobierno fascista.
A esas personas les pediría: leed, leed mucho.
Indagad en los libros de Historia.
Preguntad a vuestros mayores por un pasado no muy
lejano.
Informaos de lo que está ocurriendo en el mundo actual,
pero no por las redes sociales. Leed periódicos, id a bibliotecas.
Preguntad a las miles de personas que siguen
buscando a sus familiares en las cunetas.
Preguntad a gente del colectivo LGTBI que vivieron durante
la dictadura de Franco, incluso en la transición y un poco más adelante.
Preguntad a las mujeres mayores que tengáis cerca,
preguntadles por los derechos que se les negaron, por la libertad que nunca
alcanzaron, por el trato que recibieron de los hombres mientras la sociedad callaba.
Preguntad a vuestros abuelos y abuelas, a vuestros parientes
más mayores.
O id más allá. Visitad países como Polonia y adentraos
en los campos de concentración.
Las guerras que estáis viendo en televisión no son
cosa de personas lejanas. De nada sirve mirar hacia otro lado.
No se trata de poder tomar una cervecita en vuestro
bar preferido.
Ni siquiera se trata de conservar la dignidad, ni de
poder amar a quien deseéis. Se trata de sobrevivir.
A aquellos que valoráis vuestra libertad, os digo
que el pasado más negro ha regresado como una maldición a lo largo de la
Historia.
Nunca aprendemos.
Así que leed, leed mucho antes de que os arrebaten
los libros y los quemen, antes de que ni siquiera os permitan leer, antes de
que, sin daros cuenta, os roben hasta el aire.
Por eso y por muchas otras cosas, he escrito No
basta una vida.
No basta una vida es una historia de amor, un amor inmenso
que sobrevive a todo; un amor que os hará palpitar. Pero también es el
testimonio de un pasado muy cercano de nuestra querida Europa que nadie debería olvidar.
Os espero en las librerías.
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