Siempre pensé que, hiciese lo que hiciese, no podría cambiar el mundo.Nunca creí en mí misma, estaba convencida de que las heridas de mi pasado no me dejarían demasiadas opciones, por lo que me dediqué a contemplarlo todo a través del visor de mi cámara. Soy fotógrafa.
Necesitaba un parapeto que me separara de aquello que podía hacerme daño. Utilicé mi oficio y miles de subterfugios para lograrlo.
Sin embargo, todo ello pugnaba constantemente con mi tendencia imparable a darme cabezazos contra las injusticias.
Mi eterna lucha interior.
Yo no podía cambiar el mundo, ¿o quizás sí?
Había subestimado la fuerza de la solidaridad.
De la sororidad.
De la unión.
He aprendido que el dolor es inherente al camino y que las heridas otorgan una fuerza inusitada si comprendes la forma en que te ayudaron a crecer. Aceptarlo es la única manera de vivir, de disfrutar de cada uno de los millones de detalles de los que se compone la felicidad.
Al final, harta de conformarme con un sucedáneo de la vida, he decidido romper mis muros a patadas. Debo reconocer que tuve ayuda.
No me arrepiento.
No lo haré nunca.
Seguiré arriesgándome, forma parte de mi ser.
Aunque duela.
¿Vas a arriesgarte tú?
En unos meses podrás entrar en INSURRECT"S.
Por cierto, me llamo Vega del Hierro.
2 comentarios:
De verdad, de verdad ya con esta novela te hago la reverencia Mila, me quito el sombrero y todo lo demás.. Esa conexión de personajes de una novela a otra me fascina 😁 En fin, qué te voy a decir que tú no sepas...
De verdad, espero poder coincidir contigo en algún momento personalmente, a ver si se da la ocasión.
Un abrazo 🙂
Yo también lo espero, Filo. Un abrazo.
Mila
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