lunes, 13 de marzo de 2017

Marisa, Lola y Noe

Pintoresca. Así definiría la relación entre estas tres mujeres tan dispares. Lola y Marisa no pueden ser más opuestas. Ésta pasea sus rotundas hechuras sin inhibiciones. No está gruesa, aunque no se ajusta a los cánones. Es terrenal, estricta, maniática de la puntualidad y feliz madre de familia. Cuando no se dedica al cansino deporte de discutir con Lola, trabaja como anestesista en uno de los hospitales más grandes de nuestra Comunidad.



Lola, por el contrario, es un bombón hecho a conciencia. Adicta a la cirugía plástica, regenta uno de los centros de estética más importantes de la ciudad. Aparentemente superficial, no pierde oportunidad de sacar de quicio a su amiga Marisa.
Pero no os llevéis a engaño. Estas dos se adoran. E igualmente adoran a Noe. Aunque tengo que deciros que encandilarse con ella es tarea fácil. Noe es entrañablemente despistada, aunque nadie lo diría por la entrega que demuestra en el laboratorio de investigación en el que pasa gran parte de las horas. Con su melena caoba sujeta en una cola de caballo, los ojos grises asombrados tras sus gafas de pasta negra miran con atención desmesurada cualquier objeto de su interés.
Se me escapa una sonrisa cuando las veo avanzar desde la entrada del Beso de Luna. Marisa es la más alta de las tres y llega despotricando dirigiéndose a Lola, mientras la corta melena castaña se bambolea nerviosa en torno al rostro. Parece enfadada, pero el gesto adusto le dura poco cuando Lola, mucho más pequeña, aunque de curvas vertiginosas, la agarra amorosamente del brazo ignorando sus recriminaciones. Los ojos oscuros disparan chispitas malévolas mientras sacude su melena azabache hacia atrás.
—Hola, cariño —me dice, aupándose sobre la punta de sus zapatos de tacón de aguja para besarme.
—Perdona por la tardanza. Como siempre, Lola tenía un “asunto urgente” que atender —suelta Marisa refunfuñando.
—Si tú atendieras esos “asuntos urgentes” más a menudo, querida, no tendrías tan mal genio —replica Lola.
—Ya ves, estas dos siempre igual… ¡Me encanta esta canción! —exclama Noe, balanceándose de repente en una extraña danza, con los ojos cerrados, mientras suena Il Diario Degli Errori de Michele Bravi.
¡Vaya tres!, pienso, riendo abiertamente. Nadie espera el papel que cada una de ellas nos va a regalar en La Esencia.

Muy pronto os sorprenderán. Prometido.

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