sábado, 24 de diciembre de 2011

Un año bisiesto por estrenar

—¿Qué le pides a la vida, Mel?
Me envuelve en una mirada acariciadora antes de responder.
—Energía para crear el futuro que deseamos.
—Y el apoyo incondicional de alguien próximo —interviene Carla agarrándola de la mano.
Cuando sus pieles se rozan una suerte de chispa electrizante parece caldear el aire.
—Yo pediría adquirir la madurez suficiente para aceptar los contratiempos —tercia María.
—Y la capacidad para aprender de nuestros errores —añade Eva apurando su cava de un solo trago.
Una nube de silencio se pasea por la mesa impunemente.
—¿Patricia? —intervengo apartando la niebla.
Ella observa con detenimiento el contenido de su copa mientras balancea una pierna larguísima que permanece cruzada sobre la otra. Al final, levanta la vista. Nunca se está lo suficientemente preparado para recibir esa mirada. Creedme.
—Valentía para enfrentar nuestros miedos.
Asiento con la cabeza, incapaz de comentario alguno. Le lanzo a Sara un gesto interrogante.
—Pediría… firmeza para defender nuestros sueños —contesta con esa voz aterciopelada que a nadie deja indiferente.
—Yo quisiera calma para ver la vida con perspectiva y saborearla mejor —responde Fran adelantándose a mi pregunta.
Iván, que lo estaba contemplando embelesado, gira hacia mí su rostro y me sonríe con los ojos.
—Que desaparezca cualquier tipo de violencia. Ese sería mi deseo.
Su pareja lo toma suavemente por la muñeca y deposita un beso en el dorso de su mano.
Álex está radiante esta noche. Sobre su regazo, Alejandra me observa con una serenidad impropia de su edad.
—¿Cuál es tu deseo, Álex?
—Conservar el brillo en la mirada —declara reflejándose en el iris azul del hombre que bebe los vientos por ella.
—Parece que me toca a mí —dice Marcello sin soltar el amarre que lo ata a su aura— Yo desearía que todo el mundo fuese capaz de ponerse en la piel del otro. La comprensión es la base imprescindible para la convivencia.
—Alejandra, cariño, ¿quieres decir algo?
La niña se suelta del abrazo de su abuela y corre hasta mí. Alzándose sobre la punta de sus pequeños pies, alarga el cuello y me planta un beso en la mejilla. Yo me deshago, qué os voy a contar. Después se gira hacia el grupo y habla casi con timidez.
—Quiero que estemos siempre juntos.
Las sonrisas afloran sin pedir permiso.
—Vuestros deseos son los míos —declaro alzando mi copa.
El tintineo acaba de embrujar la noche.
Sed felices y disfrutad de lo que viene…

4 comentarios:

Tallina dijo...

Gracias, a todas, y especialmete a Mila, por hacernos participes de vuestros deseos e inquietudes.
Besines.

Mila Martínez dijo...

Deseos comunes, Bego... Espero que algún día se cumplan. Besos mil.

Aprendiz dijo...

Esperemos que este año que estamos a punto de iniciar nos traiga al menos tantas alegrías y buenos momentos como este que finalizamos.

Un abrazo Mila,

De tus chicas alicantinas

Mila Martínez dijo...

Un abrazo enorme, Sara. Espero que este año próximo también tengamos oportunidad de encontrarnos...