
Hace rato que Álex y yo disfrutamos de un buen vino en el Beso de Luna. El local nos enseña su rostro más desbordante esta noche. Todo el mundo parece haberse puesto de acuerdo para celebrar con anticipación el día dedicado al amor. A las que vivimos permanentemente enamoradas no nos hace falta ese recordatorio, ¿verdad Álex?
Ella me sonríe —arrancarle una sonrisa a Álex no es tarea fácil— y me lanza una de sus miradas fulminantes.
—Eso es cierto, la clave está en convertir cada día en una celebración—contesta, haciendo un paréntesis para saborear su copa—. Pero, tristemente, hay mucha gente que necesita que le recuerden que ama a la persona que tiene al lado.
Sé con certeza que os hubiera encantado estar presentes en la conversación previa que hemos mantenido Álex y yo. Ha sido muy reveladora. Se permitió entreabrir el alma unos instantes para dejarme echar un vistazo a su interior. Apasionante. Esta mujer ha sido templada al fuego, como las espadas míticas. Su energía es potente, su capacidad de amor, incombustible, su fuerza, indeleble.
—Por cierto, una amiga me acaba de decir que eres genial. No tienes ni idea de la cantidad de fans que tienes por ahí.
La he sorprendido con un comentario que no esperaba. Me encanta desarmar la dureza de sus facciones.
— ¡Pero si soy la abuelita de todos! —apunta con expresión grave.
—De eso nada, puede que seas la mujer con más… experiencia, pero no sabes las veces que me han dicho lo sexy que les pareces.
— ¡Déjalo ya, anda! —suelta, incómoda. No le gusta nada ser el centro de atención, la conozco muy bien, y por eso mismo me gusta provocarla. El hecho mismo de estar aquí conmigo para hablarnos de su aventura en Autorretrato con mar al fondo le ha costado un esfuerzo. Y es que en esta tercera entrega se erige en protagonista de alguna forma.
—Bueno, vamos a centrarnos en la historia. En Autorretrato con mar al fondo pasan cosas muy curiosas que te afectan de manera directa.
—Yo no las llamaría curiosas, precisamente. El ambiente es de una intensidad aterradora en algunos momentos, sobretodo porque tú te has empeñado en amargarme uno de los días más señalados de mi vida.
—Tampoco hay que exagerar…
—Tú verás. Espera a que lo conozcan y que opinen.
—Ya no falta mucho. Creo que esta semana estaré en disposición de soltar la bomba.
— ¿Lo ves? Hasta a ti se te ha escapado: la bomba.
—Mujer, es una forma de hablar…
—Ya. Yo sé lo que digo.
Me atraviesa con ese par de lanzallamas que son sus ojos y agarra de nuevo la copa para llevársela a los labios.
¡Este Autorretrato con mar al fondo los ha revolucionado a todos!