Ya no estoy segura de nada. Mis férreas convicciones
se vinieron abajo como un castillo de naipes al soplo de tus labios. Creí
tenerlo todo atado y resultó que mis cuerdas mostraban la fragilidad de la tela
de araña: una trampa envolvente, aunque fácil de arruinar.
Tú me lo mostraste, tú derrumbaste los muros del
castillo levantado sobre espuma.
Y ahora que mis ojos están por fin abiertos, ahora
que ha llegado el momento crucial, que me atrevo a pensar en dar el paso, la burla
del destino descarga un golpe certero y decide por mí.
Qué vana ilusión la del poder del tiempo en un mundo
insaciable. La ambición se devora a sí misma. ¡Hay tanto por hacer!
Démonos la mano. Sabremos qué camino tomar.
Regreso a Eterna.
2 comentarios:
Deseando volver a Eterna de tu mano. Mientras tanto estoy con tu esencia. Muchas ganas de verte. Abrazos mil
Abrazos mil, querida amiga. Espero que nos reencontremos pronto. Un besazo.
Publicar un comentario