miércoles, 26 de enero de 2022

Esmirna

 


A menudo nos envolvemos en la rutina, en una vorágine absurda que acaba generándonos la concepción errónea de la realidad. Quizás porque no conocemos otro camino o, tal vez, porque la comodidad de lo cotidiano nos aleja del miedo a perdernos por senderos desconocidos.

Esa rutina no nos deja pensar, nos impide abrir los ojos a detalles que, posiblemente, lograrían que nos replanteáramos lo que estamos observando, lo que estamos viviendo.

Pero un día eso cambia y sucede algo que nos separa lo suficiente de lo que tenemos delante como para ofrecernos una perspectiva distinta.

Fue lo que me ocurrió.

Siempre me sentí segura con lo tangible, aunque mi formación y mi pensamiento nunca cerraron la puerta a la comprensión de lo intangible.

Y lo intangible llegó a mí.

Y allí, en lo intangible, hallé el amor.

Lo que sí os digo es que tuve que dormir para poder despertar.

 

Me llamo Esmirna.

En mayo nos encontraremos entre las páginas de Despierta.