El bochorno es de tal calibre que estoy a punto de
agarrar mi copa de cóctel y pasear el cristal helado por la parte más sensible
de mi cuello. Teniendo en cuenta quién me acompaña esta noche, deduzco que no
me libraría de un comentario subido de tono, así que aguardo con estoicismo a
que me alcance un soplo de brisa marina. Eva me observa con las piernas
cruzadas y ese aire de desfachatez innata que las mujeres adoran. María, a su
lado, es el contrapunto perfecto. De mirada serena y complaciente, espera a la
que está por llegar con su positivismo habitual.
No han transcurrido ni dos
minutos cuando la veo aparecer por el sendero empedrado que conduce a nuestro
rincón. Los velones que bordean el trayecto arrojan sombras traviesas al ritmo
de sus pasos.
—No sabes las ganas que tenía de conocerte. Yo soy
María —dice levantándose en el acto en cuanto la ve aproximarse a la mesa.
Victoria se contagia de su sonrisa y la besa en
ambas mejillas. Eva se pone en pié sin muchas ganas.
—Yo me llamo Eva.
—Victoria —contesta, besándola también. Acto
seguido, se sienta a su lado.
—Bienvenida al club —comenta Eva con un tono no
exento de sarcasmo.
—¿Pretendes asustarla? —le suelto, lanzándole una
mirada socarrona.
—Ni se me ocurre. Imagino que ya sabe dónde se ha
metido.
—Eres de lo que no hay —interviene María dándole un
pequeño empujón—. Estoy segura de que ha vivido cosas apasionantes en Mis
noches en el Ideal Room.
—Sí, no me cabe la menor duda —replica Eva con un
brillo malicioso en la mirada.
—En todo caso, dejemos que sea ella la que nos
cuente su experiencia —propongo, girándome hacia la recién llegada.
—Si no os importa, me gustaría beber algo primero.
—Por supuesto —le digo. Levanto una mano y hago una
señal a la camarera más próxima. La chica se acerca dispuesta.
—Vodka —pide Victoria sin pestañear.
Eva emite un silbido.
—Me trae buenos recuerdos —alega Victoria,
ofreciendo a Eva su sonrisa más enigmática.
—Recuerdos unidos a un vaso de vodka… Acabas de
atrapar mi interés —confiesa Eva mirándola con ojos provocadores.
—Déjala hablar. Me muero por conocer su historia
—señala María.
En breves segundos la joven camarera deposita la
bebida delante de nuestra nueva amiga y esta le da un buen trago. Ni un solo
gesto denota que el fuerte brebaje ha atravesado su garganta. Eva enarca una
ceja.
—Bien, todo empezó un quince de mayo… —comienza a
relatar.
Yo me echo hacia atrás en el asiento. Mi mente vuela
inexorable hacia el Ideal Room.
5 comentarios:
Interesante comienzo.
Que nuevas sorpresas nos preparas?
Un beso .
Tu Fisio.
Gracias, mi fisio. Nuevas historias, nuevas formas de soñar... Un beso enorme.
has escogido una época muy interesante. Valencia, capital en la retaguardia de España, La exposición de París, donde artistas valencianos que se reunían en el Ideal tanto tuvieron que ver con el Pabellón Español Picasso, Miró... Las Torres de Serrano para albergar los tesoros patrios Ay y también las compensaciones de Alemania por el Tratado de Versalles cimientos de la II GM... Espías, pintor@s, poetas y poetisas... qué mundo mágico nos estás preparando? que las musas del Parnaso te iluminen. Gracias por escribir. Salud
¡Gracias, Ángela! La época ya es mágica en sí misma...
Besos.
Querida Eley, ¡muchísimas gracias por la nominación! La verdad es que no sé qué tengo que hacer ahora... Voy a echar un vistazo.
Besos.
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