Dejo mi copa con suavidad sobre la mesa y una sonrisa interna me
acompaña en el trayecto de vuelta. No hay preguntas que hacer. Esta noche, no.
Entré ya en este mundo con enredo y pronto descubrí que el corsé me venía estrecho, así que me dediqué a desabrocharlo con cuidado, por aquello de que no se escaparan las carnes de improviso impactando en el gentío. Más cómoda, tuve el impulso de compartir mis alegrías y recorrí un sendero delicioso de fajas quemadas en la hoguera. No pienso disculparme. Ahora, en la distancia, tan sólo me queda decir: abrid el vino y soltad lastre. Epitafio (Mila Martínez)