Percibo cierto revuelo junto al camino empedrado que serpentea entre los jardines del Beso de
Luna. Desde la misma puerta que se abre al paseo marítimo, hasta la entrada del
reservado en el que aguardo a nuestras invitadas, se alza una nube de murmullos
que anuncia su proximidad. El viento helado corta el aliento y la
gente se acurruca bajo las pérgolas al calor de las estufas y de las
conversaciones apasionadas. Esta noche la luna impone su presencia intensificando
las sombras. El vino oscuro y reconfortante impregna de color el fino cristal
de las copas; ese cristal que, si pudiera expresarse, gritaría de deseo al
entrar en contacto con sus labios…
Ya las veo. Retengo la
respiración y un resorte involuntario me obliga a levantarme del asiento. Los
amplios abrigos enfatizan la presencia imponente de las dos mujeres que se
acercan con paso decidido. Dos ojos azules clarísimos me sonríen desde una
altura considerable. La valquiria rubia se aproxima a mí y tiene la deferencia
de inclinarse para alcanzar mi mejilla con un beso, mientras me rodea con un
brazo la espalda en un cálido apretón. Patricia la secunda y, antes de estrecharme
contra ella, me mira con tal intensidad esmeralda que me traspasa. Las copas
titilan de envidia. Pronto será su turno.
—Formáis una pareja
indescriptible —les digo, ofreciéndoles el vino.
—Gracias. Tú que nos ves con
buenos ojos —me espeta la beldad rubia aceptando su bebida.
—Lamento contradecirte. La
temperatura ha subido varios grados desde el momento en que pisasteis el Beso
de Luna. Creo que todo el local se ha dado cuenta.
—Me resulta curioso que nos
hayas invitado a las dos —interviene Patricia, desviando la conversación
conscientemente.
—He pensado que sería una
buena idea, dada la complicidad que habéis demostrado tener en La daga
fenicia.
—Eso es cierto, hemos
conectado muy bien. Me gustó en cuanto la vi —confiesa resuelta nuestra
desconocida amiga.
—Sí, la verdad es que estar
con ella es como respirar una bocanada de aire fresco —afirma Patricia
lanzándole un guiño provocador —. Y además baila muy bien…
6 comentarios:
CONCU:
Las 5 de la mañana, después de la juerga y no puedo resistirme a leerte. Qué requetemalilla eres, sabes como enganchar a tus lectores, un toque picante, elegancia, sabores, provocación...cuanto glamour desprenden esas mujeres que inventas. Si supieras las ganas que tengo de leer La Daga, te daría penica y me contarías un poquito más jajajaja...Te quiero escritora. Por cierto, buenas noches.
¡Un beso enorme, querida concu! Yo también te quiero un mogollón. Pronto, La daga, pronto... y espero que desde ese momento viva contigo para siempre.
¡Caray! Mila.
Me gusta mucho tu descripción. Es auténtica poesía.
Un abrazo.
Un abrazo, "CasiAgua". Espero verte a menudo por este reservado tan concurrido del Beso de Luna...
Que maravillosa sensación me produce estar aquí siguiendo el rastro de tus palabras infinitas, mientras forman y conforman otro preciado relato...me encanta...
Querida eden, siempre es un placer saborear contigo ese cóctel que nos sirven en nuestro Beso de Luna, aderezado con magníficas compañías...
Un abrazo enorme.
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