sábado, 10 de abril de 2010

Marcello

Él siempre llega antes. Tiene el aspecto de disponer de todo el tiempo del mundo... y probablemente sea cierto. Sentado entre almohadones blancos bajo los lienzos al viento que cubren la pérgola, tiene el aspecto de un galán salido directamente de La dolce vita de Fellini. Impecablemente vestido con pantalón blanco y polo azul marino a juego con sus cálidos ojos, Marcello tiene la apariencia de un hombre joven y atractivo, aunque sus sienes se mantengan nevadas desde hace tiempo… Se levanta en cuanto me ve, para eso es un caballero, y me coge la mano con suavidad para rozar sus labios en el dorso. — ¡Qué poca gente hace ya este gesto! —le digo mientras me aproximo para darle dos besos a mi estilo. —Ciao bellíssima! No he querido pedir nada porque sé que te gusta sorprendernos con algo excepcional. Me rio ante su comentario y me siento a su lado. —Tienes razón. He pedido un vino en honor a ti. Sé que tienes debilidad por el blanco ¿O me equivoco? —Tú nunca te equivocas con nosotros, cara —me dice con una sonrisa cómplice. —Hay mucha gente esperando saber cosas de ti. Por ejemplo ¿cómo conociste a Álex? — ¡Ah Álex…! ¡La maravillosa Álex! Fue el azar. —Nos tienes intrigados. —Fue uno de los primeros días que pasé aquí de vacaciones. Caminando por la calle la vi y me acerqué a preguntarle por una dirección. —Buena excusa… —No, es cierto. Estaba un poco perdido y buscaba el apartamento que había alquilado. Había salido a pasear y no acertaba a volver —se rió. En aquel momento interrumpió su historia la camarera aproximándose con la bandeja. Abrió la botella y sirvió a Marcello. —Pruébalo —le dije sonriendo, sabiendo de antemano que le iba a encantar. Se llevó la copa a la nariz, cerró los ojos y aspiró. —Tiene un aroma intenso, como a fruta fresca tropical y algo más…—me dice con los ojos brillantes de excitación. Acerca su copa a los labios y saborea el vino un instante. — ¡Fantástico! Vuelvo a reírme al observar su cara iluminada de admiración. La chica sirve el líquido amarillo con tintes verdosos en mi copa y puedo compartir también ese placer. Denso, untuoso, muy largo en boca. Impromptu, se llama. De bodegas Hispano-Suizas. —Nos estabas contando que te acercaste a Álex en la calle. ¿Te dio la dirección? —Sí, por cierto. — ¿Y? —Semejante belleza no la podía dejar escapar, así que la invité a tomar un café. — ¿Y aceptó? — ¡De ninguna manera! Pero yo ya averigüé que estaba en la puerta de su editorial, así que me hice el encontradizo varios días hasta que aceptó ese café. Y luego vinieron muchos más… —Imagino que no te sería fácil conquistarla… — ¡Cómo lo sabes! Es todo un carácter… —Veo que te gusta. — ¡Es la mujer de mi vida! — ¿Y qué tal con su hija? — ¿Carla? Un amor… y bellíssima como su madre. — ¿Vamos a conocer algún día esa magnífica casa que tienes en Italia? — ¡Ah, mi casa de Bracciano! Muy pronto, ya lo sabes, pero primero tendremos que descubrir algo Tras la pared… —Cierto, todo a su tiempo…

2 comentarios:

Aprendiz dijo...

Sin duda es un hombre encantador, de estos que ya quedan pocos, un buen personaje con quien compartir y disfrutar una copa de vino.
Por cierto, este viernes es el gran día!!! Estoy nerviosísima. Deséame suerte.

Mila Martínez dijo...

ja,ja,ja... Será solo un momento y sin dolor. Y vais a seguir siendo igual o más felices que antes. Garantizado.
Un abrazo